Un paciente acudió a hacerse una resonancia magnética con gadolinio, confiando en que los protocolos de seguridad serían suficientes. Instantes después de recibir el contraste, comenzó a sentir una falta de aire creciente que lo llevó al borde del colapso respiratorio. El personal médico, al reconocer la gravedad del cuadro, lo trasladó de urgencia a cuidados intensivos. Allí se recuperó poco a poco, pero el susto marcó su vida y la de sus familiares.
Una reacción alérgica de este calibre obliga a revisar si se cumplieron los pasos esenciales: la anamnesis adecuada (preguntar sobre alergias previas) y, si corresponde, la prueba cutánea de sensibilidad. Sin esos cuidados, la situación puede escalar a un fallo respiratorio crítico, como ocurrió en este suceso.
¿Qué podemos aprender sobre negligencia médica?
La omisión de protocolos para prevenir reacciones adversas puede considerarse un acto negligente. Cuando no se indaga
en el historial del paciente, ni se le explica la posibilidad de una reacción alérgica, se viola el deber de cuidado.
Los pacientes tienen derecho a saber los posibles riesgos y a recibir las pruebas correspondientes antes de la
administración de cualquier medicamento que implique peligros significativos.
¿Qué hacer si atraviesas un caso similar?
- Busca asesoría legal para determinar si se incumplieron protocolos.
- Conserva informes médicos y testimonios de lo ocurrido.
- Asegúrate de exigir pruebas de alergia en futuras intervenciones.