En una histerectomía, uno de los aspectos que más apremian al equipo médico es verificar que ningún objeto quede dentro de la cavidad quirúrgica al finalizar el procedimiento. Aun así, una paciente comenzó a presentar dolores y fiebres extrañas semanas después de la cirugía, sin que el personal hallara la causa inmediata. Finalmente, expulsó espontáneamente una gasa que había permanecido en su cuerpo, provocándole infecciones y un riesgo grave para su salud.
La familia, indignada y preocupada, inició acciones legales para responsabilizar al hospital y a quienes omitieron el conteo adecuado. Desde el punto de vista jurídico, se considera que hubo negligencia al no realizar la pausa de seguridad que exige contabilizar todo el material usado. La salud reproductiva de la paciente quedó afectada, y su recuperación se vio empañada por un prolongado periodo de molestias e infecciones.
¿Cómo se determina si hubo mala práctica?
Los protocolos quirúrgicos son muy claros: contabilizar gasas, compresas e instrumentos. Cuando algo tan elemental
se pasa por alto, se asume que el equipo médico actuó por debajo del estándar esperado. Además, el paciente puede
alegar daño moral, dolor y sufrimiento innecesario. Por ello, siempre es fundamental que, como paciente, pidas
confirmación de la existencia de protocolos de seguridad en el quirófano.